Médicos carentes de sensibilidad

‘Algo que no se puede explicar y que todo el mundo alguna vez a experimentado, es que con dolor y sufrimiento la percepción que tenemos del tiempo es que pasa lento'; con esta frase Lian Bustamante, rompe el silencio inhóspito que rodea la sala de urgencia de un hospital público.

El desolado y sórdido lugar repleto de gente de todas las edades que doblan sus cuerpos de dolor, con náuseas y un sinfín de malestares, es el escenario de una sinfonía de quejidos que se disipa por el cansancio de los enfermos.

El sistema de salud es salvaje, inhumano, impersonal y hasta poco importa con el sufrimiento del paciente y la desesperación de los familiares. Todo gravita con un personal médico y trabajadores de la salud arrogantes, egocéntricos que usan el mismo vestido que los hace ver como semidioses.

La brecha es enorme y deja ver lo que ellos se creen, intocables, incuestionables, con cero amabilidad y sensibilidad humana con los pacientes del sistema de salud pública.

Lo irónico de la vida, es que esa ropa se la quitan cuando sirven en el sector privado donde el dinero compra todo, principalmente, la buena atención.

El mercantilismo es tan grande que aplasta de manera sofocante el juramento hipocrático.

Un enfermo en medio de su gravedad siente tranquilidad y su pensamiento es positivo al sentir que es importante, que alguien se acerca y le dice que se hará cargo de su problema, que todo estará bien y que pronto será atendido.

La amabilidad y la sensibilidad humana no tienen que estar relacionadas con el dinero. Es cuestión de Valores, de educación y de tu calidad de persona.